Contaminación, Huella de carbono, Medio ambiente, Naturaleza, Sostenibilidad

¿El confinamiento por coronavirus nos ha hecho más sostenibles?

La contaminación produce alrededor 800.000 muertes prematuras cada año en Europa, según un estudio publicado en la revista European Heart Journal de investigadores de la Universidad de Maguncia (Alemania). Para 2020, se prevé que haya entre 19 y 21 millones de refugiados climáticos en el mundo. Antes de que llegara la crisis de la COVID-19 a nuestras vidas, ya había una creciente preocupación por la sostenibilidad. Pero ¿el confinamiento por el coronavirus nos está haciendo más sostenibles?

La sostenibilidad debe ser el nuevo motor mundial cuando volvamos a algún tipo de normalidad”, sentenció la semana pasada el ex asesor de Obama y experto en desarrollo sostenible, Juan Verde, en el marco de la jornada Inmociónate en casa. “El coronavirus es la amenaza de hoy. Pero la gran amenaza latente es y seguirá siendo el cambio climático, del que la comunidad científica lleva alertando unos 30 años”, subrayó.

Muchas voces expertas apuntaban en ese sentido y ahora lo hacen con más fuerza. Los efectos del cambio climático, la sombra de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el cumplimiento de la Agenda 2030 y la descarbonización de la economía europea para 2050 ya estaban ahí. ¿El confinamiento por la crisis del coronavirus ha cambiado algo? “Posiblemente sí estemos mejorando en ciertos aspectos relacionados con la sostenibilidad, pero para poder evaluar si de verdad va a haber un antes y después (para mejor, esperemos) necesitamos más tiempo para comprobarlo”, expresa el fundador y director de Ecologing y profesor de economía circular en EOI, Nicola Cerantola, quien resalta al mismo tiempo la dificultad para definir y medir el hecho de ser “más sostenible”.

Optimista en este aspecto se muestra la periodista Brenda Chávez, autora del libro ‘Al borde de un ataque de compras’, al explicar a BYZness que “el factor de generación de empleos dignos y el de poseer un verdadero compromiso social en las empresas se va a valorar más por los consumidores de ahora en adelante, también el consumo local y nacional, para reflotar nuestra economía, y los bienes respetuosos social y medioambientalmente”.

Para Cerantola, esta situación está siendo una experiencia transformadora para “mucha gente que tiene la voluntad de sacar algún aprendizaje y que ve la necesidad de aprovechar este momento para promover una nueva vida, más pausada, más saludable y que tenga en cuenta la sostenibilidad”.

Por su parte, Brenda Chávez abraza la idea de que nos dirigimos hacia un consumo “más consciente y sostenible”, aunque lentamente, que tenga en cuenta el origen y la forma de producir y poniendo en el centro lo social y ambiental, “porque nos estamos dando cuenta de que las formas de producción globalizadas (sanitarias, alimentarias textiles, etc.) no son tan fiables como parecían”.

Hay modelos productivos y de consumo que generan ‘círculos viciosos’ de precariedad e insostenibilidad que ahora se evidencian mostrando las violencias, tensiones estructurales y contradicciones del actual sistema económico”, denuncia Chávez, al tiempo que añade que, por otro lado, hay modelos que crean ‘círculos virtuosos de resiliencia’.  Según sus palabras, cabe cuestionarnos qué fórmulas redistribuyen mejor la riqueza y generan mayor bienestar individual, local, nacional y mundial. “La precariedad y las fortalezas del modelo productivo han quedado al descubierto, nacional y globalmente”.

ECONOMÍA SOSTENIBLE PARA LA ‘NUEVA NORMALIDAD’

Una de las muchas iniciativas que están surgiendo es la de ‘Plan A, Economía para la Vida’, coordinada e impulsada por el Foro NESI de Nueva Economía e Innovación Social, a la que se han sumado más de un centenar de líderes empresariales y sociales, y 40 organizaciones, empresas, entidades sociales, ONG y medios de comunicación.

Se trata de una propuesta que defiende un nuevo modelo económico que esté alineado con los ODS y que se hará llegar al Congreso de los Diputados y a los gobiernos locales. Para crearla, se pueden sumar todas las personas o entidades que lo deseen.

El punto de partida es el Compromiso por una Economía para la Vida, que trabaja por una economía basada en cinco pilares: economía con sentido -propósito social, una banca con valores o finanzas sostenibles-, economía local y resiliente, que reinvente el trabajo, facilite el acceso a la educación, que sea solidaria y colaborativa y que sea circular y regenerativa, según indican desde Foro NESI.

No queremos volver a la misma ‘normalidad’. El modelo económico ya había dado señales de debilidad y ahora ha demostrado su fragilidad. Necesitamos una economía capaz de hacer frente, a nivel local y global, a posibles futuras crisis, ya sean sanitarias, climáticas, energéticas, alimentarias o tecnológicas”, concluye Diego Isabel, director del Foro NESI.

¿UNA SALIDA ‘VERDE’?

¿La salida de esta crisis debe pasar por una solución ‘verde’? “Necesitamos ahora más que nunca abrazar la solución verde”, subraya Nicola Cerantola. “Se trata de aprovechar esta crisis, este magma aún por solidificar, para que tome la forma que queramos. No será fácil porque surgirán corrientes políticas y de pensamientos que empujen hacia la austeridad y recortes, pero esperemos que esas estrategias no se apliquen a sectores fundamentales como la sanidad, la educación, innovación o en medioambiente”, añade. Según las palabras de este experto, “necesitamos rediseñar nuestra forma de producir, consumir y vivir como nunca tuvimos que hacer, ni tuvimos oportunidad”.

Invertir en economía circular, desincentivar negocios especulativos, plantear un tejido industrial y agrícola diverso, resiliente y basado en tecnologías limpias y pasar a una nueva economía, al servicio de las personas y del planeta, son algunos de los reclamos de este experto.

La naturaleza nos enseña constantemente masterclass de resiliencia, lo estamos viendo claramente, es la ‘multinacional’ que más puede presumir de ella, pese al expolio y ataque persistente, la que más merece nuestro apoyo desde producción y el consumo porque favorece la sostenibilidad de la vida, no sólo la del capital”, defiende Brenda Chávez.

Etimológicamente, la palabra economía deriva del latín oeconomia, y previamente del griego oikonomía (dirección o administración de la casa), formado por oikos (casa) y nomós (reglas, leyes, administración). Es, por tanto, la ciencia social que estudia los recursos, la creación de riqueza y la producción, distribución y consumo de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas, que nuestra constitución, como muchas otras, recoge que debe ir encaminada al bien común”, concluye la periodista.

Pero, a pesar de estos esfuerzos, también se pueden dar pasos atrás. Desde la Alianza Residuo Cero, conformada por Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, Rezero, Retorna y Surfrider Foundation Europe, denuncian el oportunismo del sector petroquímico en la crisis de la COVID-19 para presionar en Bruselas para rebajar las medidas contempladas en la Directiva de Plásticos de un Solo Uso. Por su parte, la Comisión Europea también ha instado a que la crisis sanitaria que vivimos no sirva como excusa para poner trabas a la transición ecológica. Habrá que prestar atención para que no se retroceda en este camino sostenible.

Fotografía: Pixabay

Autora: Nora Benito

Fuente: BYZness.ElPeriódico

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